Después de Cien años de soledad (1967) Gabriel García Márquez se concentró en la narrativa histórica y a ella le dedicó al menos veinte años. Las obras históricas asociadas con esa narrativa, que deberíamos llamar “PostMacondo”, permiten reconocer las búsquedas estéticas del autor, estudiar su manera de contar la historia nacional y sopesar las formas de comprender y explicar la heterogeneidad de nuestra cultura, las tensiones sociales de nuestra sociedad, las convulsas circunstancias asociadas con nuestros ciclos de violencia. 

Tres siglos de historia nacional toman forma narrativa en una serie de obras que inician con El otoño del patriarca (1975) como ruptura con el mundo de Macondo e ingreso a la novela histórica, específicamente a la novela de dictadores. Vienen luego El amor en los tiempos del cólera (1985) en donde retoma una historia de amor otoñal en Cartagena de Indias en el paso de los siglos XIX al XX, El general en su laberinto (1989) que construye una imagen del libertador Simón Bolívar asociada con un sentimiento de frustración por la incomprensión política, Del amor y otros demonios (1994) que de nuevo pone al lector en Cartagena, pero esta vez en el contexto de la estética y las tensiones de la sociedad colonial. Termina este periodo creativo con Noticia de un secuestro (1996) registrando la violencia del narcotráfico que azotó y asola a Colombia.  

Este CBU tiene como antecedente otro curso llamado “Colombia y la narrativa del ciclo de Macondo”, pero no estamos aquí frente a una segunda parte, sino que estudiamos la evolución de unas preocupaciones estéticas y la manera en que esas preocupaciones estéticas tematizaron distintos y muy diversos momentos de la historia nacional. Pasar de la brutalidad de un dictador latinoamericano de los años setenta a una historia de amor completamente delicada y preciosista o de ésta a narrar la barbarie y la tragedia del secuestro, no solo obliga a dar saltos temporales, sino que exige una ética de la lectura en la que nos concentramos en los matices de las historias por separado, en los dramas personales, en las circunstancias individuales no para tener un panorama sino para complejizarlo.