La década de 1970, con sus característicos bluyines bota-campana y animada por el consumo de cocaína, era un periodo de contrastes. Aunque los hippies habían cuestionado el estatus quo, aún hacia el final de los años sesenta, las fotos en los anuarios de colegio y universidad captan la persistencia de una cultura conservadora. Diez años después, estas mismas fotos retratan una generación con pelo largo y ropa desarreglada. La masificación de la cultura hippie fue en gran medida producto de la década de 1970. Pero hubo cambios. El LSD dejó de ser la droga icónica. En vez de abrir las puertas de la mente, la cocaína, más glamorosa, sostuvo la rumba comercial del disco. Este sonido musical que nació de la búsqueda por la liberación sexual terminó, en la película Saturday Night Fever, propagando la fantasía de un futuro esperanzador. Cómo cantaron los Bee Gees en “Stayin’ Alive”: “Got the wings of heaven on my shoes, I’m a dancing man, and I just can’t lose”. Pero la realidad podía ser deprimente: “Life’s goin’ nowhere – lamentaron – somebody help me”. Estas contradicciones han hecho difícil la interpretación de esta década.
A pesar de soler ser pasada por alto, los años 70 fueron clave para la formación del mundo contemporáneo. En el Primer Mundo, marcaron el fin de la edad de oro del capitalismo de la posguerra. La desindustrialización de estos años desintegró muchas comunidades y generó una ansiedad general. Términos como desempleo, escasez y crisis les cayeron como un balde de agua fría a quienes habían crecido en un mundo cada día más abundante. El optimismo de la década previa desapareció. En un “wicked world” lleno de “insanity”, Elvis Costello preguntó “is all hope lost?” La respuesta de la “Me Generation” fue buscar su propia salvación: Looking Out for Number One, una guía de autoayuda, se convirtió en un bestseller.
Mientras tanto, en buena parte del Tercer Mundo reinaba el optimismo. Varios países del Sur aprovecharon la distensión en la Guerra Fría y el auge de materias primas para revivir una ideología tercermundista. Aunque sus esfuerzos por crear un Nuevo Orden Económico Internacional resultaron poco efectivos, la bonanza económica ayudó a apaciguar las frustraciones con los límites del desarrollo. Sin embargo, hubo voces de descontento. Para algunos partidarios de la teoría de la dependencia – un importante producto de exportación latinoamericano – la autarquía revolucionaria aparecía como solución. Ésta y otras amenazas a las estructuras del poder generaron una ola de represión. Aunque la teoría de la modernización había prometido mayor democracia con el despegue económico, el resultado fue lo contrario.
Estas aparentes contradicciones fueron producto de un mundo cambiante y resaltan la importancia histórica de esta década. La revolución en los derechos individuales – que incluye desde los movimientos de mujeres, homosexuales y discapacitados hasta la consolidación de los derechos humanos – fue en gran medida un producto del activismo de la década de 1970. De manera similar, el 22 de abril de 1970, un estimado 100,000 personas celebran el primer día de la tierra en Nueva York. Nació el movimiento Chipko tres años después cuándo mujeres en el norte de la India empezaron a abrazar arboles para protestar la deforestación. Pero también hubo un rechazo a la liberalización cultural y a las críticas de la vía industrial por parte de movimientos conservadores. Por ejemplo, el fundamentalismo político, tanto evangélico como islámico, tomó fuerza durante estos años. Y un neo-Maltusianismo animó buena parte del movimiento ambiental. Por otro lado, las dos caras de la economía global forjaron las bases del neoliberalismo en los años 80. La crisis del Primer Mundo, más el creciente individualismo, erosionaron la fe en el manejo estatal, mientras que el auge económico del Tercer Mundo – construido con petrodólares sobre el espejismo del crecimiento perpetuo – terminó en la crisis de la deuda externa. La caída del bloque soviético y el surgimiento de la China fueron, en gran medida, otros productos de reformas setenteras.
Este curso explorará las dinámicas y contradicciones de los años 70, un periodo de inflexión que sedimentó las bases del mundo contemporáneo. La mirada será global. Nos enfocaremos en los hitos económicos y políticos de la década: crisis, desarrollo, informalidad, tercermundismo, ambientalismo, movimientos sociales y reformas en el mundo comunista, entre otros. Para entender estos procesos, recurriremos sobre todo a fuentes primarias con el fin de entenderlos desde adentro. También nos aceraremos a la década de 1970 a través de la expresión artística en música, cine, arte y literatura. Nuestro objetivo principal es entender, de manera cercana, una década que fue clave en la formación de nuestro mundo.